
Todas ellas carecían de diálogo. Sin embargo, se regían por
la musicalidad con temas de Tchaikovski
(El lago de los cisnes) y de John Lenon.
Como bien dice el programa de este año: “Historias sin palabras, una música que
seduce y los recuerdos de un titiritero. “No hacen falta grandes medios para
hacer soñar a multitudes”. Pero sí un momento para lamentar que el espectáculo
ya haya terminado.”
El primer corto trataba de un constructor; el segundo de un
señor que descubría una flor, la maltrataba, se hacía su amigo y, al final, se
la comía; y el tercero, era una historia de amor entre una especie de lo que
Horacio denominó “Algún tipo de animal como perros, gatos, patos… ”.
Además había
todo tipo de público: padres, abuelos, niños… fue de lo más divertido y
entretenido.
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