miércoles, 13 de marzo de 2013

Educación y Deseo




La gente se deja llevar su emotividad. Rara es la persona que piensa racionalmente. Esto me lleva a recordar la típica escena de película donde una chica se enamora de chicos. Más tarde elabora una lista con pros y contras. Pero finalmente se deja llevar por su corazón y no por su racionalidad, sobre cuál le conviene más.

Vivimos en una época donde nos gustan los excesos. Cuanto más mejor. Cuánto más tengan que estudiar los chicos, mejor, más aprenden, serán más inteligentes. ¡MÁS, MÁS, MÁS, MÁS! De vez en cuando deberíamos pararnos a reflexionar sobre la frase “Menos es más”. Deberíamos dejarnos de tantos excesos y aprender a vivir en una época algo racional donde pudiéramos pensar qué está bien por nosotros mismos. Son pocos los que se mueven por inquietudes culturales, intelectuales y artísticas. En mi caso esto no se cumpliría al cien por cien, ya que siempre he intentado reunirme con gente para divertirnos con la música. Pero no hablo de ir a una discoteca, sino de ir a un parque con un par de guitarras, un bajo… Así creamos música, disfrutamos de una cultura que no siempre ha estado muy bien vista y que, hoy en día, sigue sin estarlo. Aunque tocar la guitarra es una actividad como otra cualquiera, si tú dices que tocas la guitarra eléctrica en vez del piano, quizá es porque eres “un chico malo”. La cuestión es, que nos dejamos guiar por lo que lo que la gente dice, por lo que nos dicen las masas.




Los educadores de hoy en día viven preocupados por todo lo que nos tienen que enseñar en un plazo tan corto de tiempo. Nos intentar meter contenidos “con calzador” y ni siquiera se preocupan de si los alumnos están dispuestos a hacerles caso, de si tienen actitud y disposición. Al igual que los publicistas utilizan la emoción para conmover al público, los profesores deberían llevarlo a cabo desde que los niños son pequeños. Así los harían un poco más personas y un poco menos robot.


Pero la sociedad nos incita a satisfacer nuestros deseos con los bienes materiales, no con los conocimientos que los profesores no saben aportarles. Cuando una persona intenta satisfacer su deseo, no se compra una enciclopedia, sino que se compra unos zapatos nuevos. Porque el consumismo es el presente. Creamos así un déficit de deseo en los ámbitos creativo y cultural. Nuestro cerebro es emocional, y necesita estimulación, porque él es el único responsable de toda nuestra actividad creativa. Lo cual nos lleva a pensar que sólo actuamos por dos motivos: por miedo y por deseo. Esto implica el gran índice de fracaso escolar en las aulas de nuestro país. Porque “La educación ha de ser industria del deseo si pretendemos ser industria de conocimiento”. De nada nos sirve tener muchas habilidades si, en realidad, no sentimos deseo alguno por querer desarrollarlas.
Esto nos lleva al concepto tan sonado Yamiké. En esta palabra tan extraña y novedosa, se esconde el secreto de la comunicación persuasiva. Porque los educadores han de aprender a llegar a todos y cada uno de sus alumnos en las explicaciones. Tienen que conseguir que a todos les interese y que ninguno diga: Y a mí, ¿qué?



Si yo fuera profesora, no dejaría que dijeran que mis resultados como educador son deficientes. Mi orgullo propio no me lo permitiría. De hecho, he dado algunas clases de inglés a algunos compañeros de clase, amigos o hermanos pequeños de amigos, y normalmente he tenido buenos resultados. Cierto es, que a mucha gente no quiere que se le dé bien y se cierra en banda. Esto te dificulta mucho más el poder enseñarle a alguien, cualquier tipo de materia. Pero no basta con hacerse oír, sino que hay que hacerse escuchar. Un educador de cualquier tipo, como pueden ser unos padres, no puede dejar que un niño les lleve la contraria. Tienen que aprender a educarlo correctamente.
Ni siquiera una profesora, sabe criar a su propio hijo. Aquí está la prueba de que ni los profesores saben educar. Parece que dejamos a los niños en manos de cualquiera. Aunque esperemos que esto no pase con todos por igual, y que este sólo sea un caso excepcional.




El verdadero arte del maestro es despertar la alegría por el trabajo y el conocimiento. Esperemos que esto sea posible, y que todos podamos disfrutar de una educación digna y enriquecedora. Esperemos que el deseo de aprender nos corra por las venas y lleguemos a ser los mejores en todo lo que nos propongamos.






1 comentario:

  1. Ana, está bien que trates de crear tus propios textos vinculando diferentes aspectos de los contenidos analizados en clase. Detecto, sin embargo algunos vacíos en el enálisis de textos que de alguna manera sintetizan contenidos abordados a los largo de varias clases. Por ejemplo no has hecho análisis alguno del artículo Publicitar la Educomunicación en la Universidad del Siglo XXI.

    Por otra parte echo en falta las entradas vinculadas con análisis de imagen. Es muy necesarios que prepares el ejercicio de evaluación con la mayor dedicación posible, pudiendo realizar previamente algunos análisis de imagen previos. Un saludo cordial.

    Agustín

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